EL ÚLTIMO ADIÓS

EL ÚLTIMO ADIÓS[1]

 
Manuel Salvador Montañez Cabarico

 

Adiós patria adorada región del sol querida.

Perla del mar de oriente nuestro perdido edén

a darte voy alegre, la triste y mustia vida.

Si fuera más brillante, más fresca, más florida

también por ti la diera, la diera por tu bien.

 

En campos de batallas luchando con delirio

otros dan sus vidas sin duda sin pesar;

el sitio nada importa; ciprés, laurel o lirio

cadalso, campo abierto combate o cruel martirio

lo mismo es si lo pide la patria o el hogar.

 

Oh! yo muero cuando veo que el cielo se colora

y al fin anuncia el día cuál lóbrego capuys

si granas necesitas para teñir tu aurora

vierte la sangre mía, de mama en buena hora

y llórela un reflejo de su naciente luz.

 

Mis sueños cuando apenas muchacho adolescente

mis sueños cuando apenas ya lleno de vigor

vuelve al verte un día, hoya del mar de oriente

vemos los negros ojos, alta la tersa frente

sin ceños, sin arrugas, sin manchas de rubor.

 

En sueños de mi vida, de ardiente y vivo anhelo

salud le brinda el alma, que pronto va a partir

!Salud! !ah! que es hermoso caer por darte cielo

y en tu encantada tierra la eternidad dormir.

 

Si sobre mi sepulcro viere brotar un día

entre la espesa yerba, sencilla humilde flor,

acércala a tus labios y besa el alma mía

y sienta yo en mi frente, bajo la tumba fría

de su ternura el soplo; de tu hálito el calor.

 

Deja que el ave envíe su resplandor fugaz

deja gemir el viento con su murmullo suave

si desciende y pasa sobre mi cruz un ave

deja que el ave entone un cántico de paz.

 

Deja que el sol ardiera, los tuyos te devoren

y al cielo tornen puras con mi clamor en pos

deja que un ser amigo mi fin temprano llore

y en las serenas tardes cuando por alguien ore

ora también oh! patria por mi descanso adiós.

 

Ora por todos los que murieron sin ventura

por cuantos padecieron tormentos sin igual

por nuestras pobres madres que gimen su amargura

por huérfanos y viudas y presos en tortura

y ora por ti que veas tu yugación final.

 

Y cuando en noche oscura se envuelva el cementerio

y solo yertos muertos queden velando allí

no turbes su reposo no turbes su misterio

tal vez acordes liras de cítaras salterios

oyó querida patria que yo te canto a ti.

 

Y cuando ya mi tumba de todos olvidada

no tenga cruz ni piedras que marquen su lugar

deja que llore el hombre, que le esparza la cara

y mis felices sueños antes que vuelvan a la nada,

y en polvo de su alfombra se vayan a formar.

 

Entonces nada importa me pongas en olvido

tu atmósfera, tu espacio, tus calle cruzaré

vibrante y limpia nota seré para tu oído.

Aroma, luz, colores, rumor, canto, gemido,

constante repitiendo la esencia de mi fe.

 

Mi patria idolatrada; dolor de mis dolores

queridas filipinas oye el postrero adiós

ahí te dejo todo; mis padres, mis amores

voy donde no hay esclavos, verdugos ni opresores

donde la fe no maten; donde el que reina es Dios.

 

Adiós padres hermanos trozos del alma mía,

amigos de infancia en el perdido hogar

dad gracias que descanso del fatigoso día,

adiós dulce extranjera, mi amiga, mi alegría

adiós queridos seres, morir es descansar.

 

 

 
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