EL ÚLTIMO ADIÓS
Manuel Salvador Montañez Cabarico
Adiós patria adorada región del sol querida.
Perla del mar de oriente nuestro perdido edén
a darte voy alegre, la triste y mustia vida.
Si fuera más brillante, más fresca, más florida
también por ti la diera, la diera por tu bien.
En campos de batallas luchando con delirio
otros dan sus vidas sin duda sin pesar;
el sitio nada importa; ciprés, laurel o lirio
cadalso, campo abierto combate o cruel martirio
lo mismo es si lo pide la patria o el hogar.
Oh! yo muero cuando veo que el cielo se colora
y al fin anuncia el día cuál lóbrego capuys
si granas necesitas para teñir tu aurora
vierte la sangre mía, de mama en buena hora
y llórela un reflejo de su naciente luz.
Mis sueños cuando apenas muchacho adolescente
mis sueños cuando apenas ya lleno de vigor
vuelve al verte un día, hoya del mar de oriente
vemos los negros ojos, alta la tersa frente
sin ceños, sin arrugas, sin manchas de rubor.
En sueños de mi vida, de ardiente y vivo anhelo
salud le brinda el alma, que pronto va a partir
!Salud! !ah! que es hermoso caer por darte cielo
y en tu encantada tierra la eternidad dormir.
Si sobre mi sepulcro viere brotar un día
entre la espesa yerba, sencilla humilde flor,
acércala a tus labios y besa el alma mía
y sienta yo en mi frente, bajo la tumba fría
de su ternura el soplo; de tu hálito el calor.
Deja que el ave envíe su resplandor fugaz
deja gemir el viento con su murmullo suave
si desciende y pasa sobre mi cruz un ave
deja que el ave entone un cántico de paz.
Deja que el sol ardiera, los tuyos te devoren
y al cielo tornen puras con mi clamor en pos
deja que un ser amigo mi fin temprano llore
y en las serenas tardes cuando por alguien ore
ora también oh! patria por mi descanso adiós.
Ora por todos los que murieron sin ventura
por cuantos padecieron tormentos sin igual
por nuestras pobres madres que gimen su amargura
por huérfanos y viudas y presos en tortura
y ora por ti que veas tu yugación final.
Y cuando en noche oscura se envuelva el cementerio
y solo yertos muertos queden velando allí
no turbes su reposo no turbes su misterio
tal vez acordes liras de cítaras salterios
oyó querida patria que yo te canto a ti.
Y cuando ya mi tumba de todos olvidada
no tenga cruz ni piedras que marquen su lugar
deja que llore el hombre, que le esparza la cara
y mis felices sueños antes que vuelvan a la nada,
y en polvo de su alfombra se vayan a formar.
Entonces nada importa me pongas en olvido
tu atmósfera, tu espacio, tus calle cruzaré
vibrante y limpia nota seré para tu oído.
Aroma, luz, colores, rumor, canto, gemido,
constante repitiendo la esencia de mi fe.
Mi patria idolatrada; dolor de mis dolores
queridas filipinas oye el postrero adiós
ahí te dejo todo; mis padres, mis amores
voy donde no hay esclavos, verdugos ni opresores
donde la fe no maten; donde el que reina es Dios.
Adiós padres hermanos trozos del alma mía,
amigos de infancia en el perdido hogar
dad gracias que descanso del fatigoso día,
adiós dulce extranjera, mi amiga, mi alegría
adiós queridos seres, morir es descansar.
|