TOLEDO, CUNA DEL QUIJOTE DE LA MANCHA
EL INGENIOSO HIDALGO  DON  QUIJOTE  DE LA MANCHA  Y   TOLEDO
 
Una de los obras cumbres de la humanidad y libro fundamental de la lengua castellana, fue encontrada en las calles del Toledo de España, lo que también ha contribuido a la universalización de Toledo.
 
Reproducimos textualmente apartes del capítulo correspondiente:
 
CAPÍTULO IX[1]
 
"Verdaderamente toda la vida y milagros de nuestro famoso español Don Quijote de la Mancha luz y espejo de la caballería manchega, y el primero que en nuestra edad y estos tan calamitosos tiempos se puso al trabajo y ejercicio de las andantes armas, y al de desfacer agravios, socorrer viudas, amparar doncellas, de aquellas que mandaban con sus azotes y palafranes, y con toda su virginidad a cuestas de monte en monte y de valle en valle; que sino era que algún follón, o algún villano de hacha y capellina, o algún descomunal gigante las forzaba, doncella hubo en los pasados tiempos que, al cabo de ochenta años, que en todos ellos no durmió un día debajo de tejado, se fue tan entera a la sepultura como la madre que la había parido. Digo, pues, que por estos y otros muchos respetos es digno nuestro gallardo Quijote de continuas y memorables alabanzas, y a un a mi no se me deben negar, por el trabajo y diligencia que puse en buscar el fin desta agradable historia; aunque bien sé que si el cielo, el caso y la fortuna no me ayudaran, el mundo quedara falto y sin el pasatiempo y gusto que bien casi dos horas podrá tener el que con atención la leyere. Pasó, pues, el hallarla de esta manera:
 
Estando yo un día en el ALCANÁ DE   T O L E D O,   (subrayado fuera de texto), llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y como yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de la calle, llevado desta mi natural inclinación, tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía, y vile, con caracteres que conocí ser arábigos. Y puesto que, aunque los conocía, no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí un morisco aljamiado que los leyese, y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua, le hallara. En fin: la suerte me deparó uno que, diciéndole mi deseo y poniéndole el libro en las manos, le abrió por medio, y leyendo un poco en él, se comenzó a reír.  Pregúntele yo que de que se reía, y respondióme que de una cosa que tenía aquel libro escrita en el margen por anotación. Díjele que me la dijese, y él, sin dejar la risa, dijo:
 
-Está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: "Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha."
 
Cuando yo oí decir "Dulcinea del Toboso", quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de Don Quijote. Con esta imaginación, le di priesa que leyese al principio, y, haciéndole así, volviendo de improvisto el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de Don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo. Mucha discreción fue menester para disimular el contento que recibí cuando llegó a mis oídos el título del libro; y salteándosele al sedero, compré al muchacho todos los papeles y cartapacios por medio real; que si él tuviera discreción y supiera lo que yo los deseaba, bien se pudiera prometer y llevar más de seis reales de la compra. Apartéme luego con el morisco por el claustro de la Iglesia Mayor, y roguéle me volviese aquellos cartapacios, todos los que trataban de Don Quijote, en lengua castellana, sin quitarles ni añadirles nada, ofreciéndole la paga que él quisiese. Contentóse con dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo, y prometió de traducirlos bien u fielmente y con mucha brevedad; pero yo, por facilitar más el negocio y por no dejar de la mano tan buen hallazgo, le truje a mi casa, donde en poco más de un mes y medio la tradujo toda, del mesmo modo que aquí se refiere. (...)."
 
Hasta aquí traemos de manera textual este aparte de la obra de Cervantes.
 
Sobra decir que a lo largo de la obra el nombre de TOLEDO es citado en varias oportunidades. Miguel de Cervantes Saavedra afirma que él no es sino el padre putativo de esa obra maestra, descubierta en la revuelta de una calle toledana. Alcaná de Toledo, es una calle, estaba próxima al claustro de la catedral, y en ella había numerosas tiendas, espe­cialmente de especias, de ropa vieja y de sedas.
 
Sin lugar a dudas que este hecho contribuye a la inmortalización de la palabra TOLEDO, más aún si tenemos en cuenta que la obra del INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA es la pieza maestra de la literatura, más difundida e impresa universalmente.
 
La intención aquí no es suscitar el viejo debate sobre si Cervantes es o no el autor del Quijote de la Mancha, sino ir mostrando como la palabra TOLEDO es cara para los afectos, identidad y sentimientos del pueblo español. Esto nos permitirá ir entendiendo como para los españoles hablar de TOLEDO en cualquier lugar que ellos se encuentren es motivo de orgullo, de grandeza y de identidad. Explica esto también el porqué del querer perpetuar y denominar muchos sitios, lugares, accidentes geográficos, etc. En fin, lejos de su patria, todo aquello que tuviera algún mérito o motivo de gran significado para ellos, nada más satisfactorio y apropiado que denominarlo TOLEDO.


 
[1] Miguel de Cervantes Saavedra. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote
 de la Mancha. Capítulo IX. Segunda Parte. Barcelona. Imprenta
 de Tomás Gorchs. 1863.
 
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